13.7.16

Acceso (casi) directo

Texto y fotografías: Laura Muñoz

Que la retina guarde y proyecte en su tela. Es inevitable. Y hay que mirar con la intención de ver. 

El martes estuvo a reventar de llegadas, presentaciones, mesas redondas. Los (re)encuentros es algo que siempre ha caracterizado a la Semana Negra. Lo sigue haciendo.

Ayer aterrizaron en Gijón Marc Fernandez, redactor de la desparecida Alibi, revista francesa a la que tanto echamos de menos, también Rafael Melero, que presentó su Ful (de Fulgencio): la historia de un personaje de barrio con buen corazón pero muy mala suerte que decide, dentro del bucle del "quiero salir", robar a un narcotraficante; Tatiana Goransky trajo su Ball Boy y Don del agua bajo el título "Los impecables", que Carlos Salem introdujo a los presentes; en la misma carpa A quemarropa, Ángel de la Calle acompañó a Juan Bas y sus Pájaros quemados, del que dijo que su lectura "mejora notablemente la vida"; Carme Solé plasmó otro de sus "WHY?" mientras Ana Alcolea hablaba de El secreto del galeón. Si aún no saben el significado de este movimiento que lleva a cabo la artista plástica, pueden investigar aquí o pasear por las calles de Barcelona y buscar los rostros de estos niños de la guerra que reproduce. Altamente recomendable. 

La ruidosa marcha de los nudos del colombiano Juan Álvarez fue apadrinado por Paco Ignacio Taibo en la Carpa del Encuentro. Álvarez es un joven escritor, al que inauguro la categoría del "must" en los festivales de género. Habrá que ir desatando...

Cuba estuvo presente a través de Vladimir Hernández, que trajo bajo el brazo Indómito y que Alejandro Gallo diseccionó la tarde de ayer.

La nariz de payaso en Merche Medina, que igual está explicando el proceso de oxidación a los niños que recomendando algo para leer en su Versos y trazos, ya se ha convertido en habitual y los más pequeños la esperan en la Carpa 3 cada tarde. También omnipresente el poeta Jose Ramón Alarcón, al que entiendo por descarte: por favor, consigan y lean su Lupanario. Me entenderán. Qué bien habla!

Por supuesto, la cerveza fría de el Encuentro y el zulo plástico de la parte de atrás donde las reuniones que pretenden ser clandestinas se convierten en multitudinarias y la disciplina de la literatura se mezcla con la del cómic, la pintura, la música, escultura y el periodismo. 

Ahora sí. No más palabras. Las balas.