11.7.14

Premios Semana Negra 2014

Fallo de los Premios que otorga la Semana Negra de Gijón.

Enhorabuena a los finalistas. Enhorabuena a los ganadores.

Estoy feliz. Sí.



ACTAS DE LOS PREMIOS LITERARIOS DE LA XXVII SEMANA NEGRA DE GIJÓN

PREMIO RODOLFO WALSH


En Gijón, siendo las 20 horas del día 10 de julio de 2014, habiéndose reunido el jurado para el otorgamiento del Premio Rodolfo Walsh a la mejor obra de no ficción de género negro que ha convocado la XXVII Semana Negra y que integran D. Alejandro M. Gallo, D. Frizt Glockner y D. José Manuel Estébanez Izquierdo, valorando las obras finalistas acuerdan, por unanimidad, otorgar el Premio Rodolfo Walsh a la mejor obra de no ficción de género negro a la obra DESENTERRANDO EL SILENCIO. ANTONIO BENAIGES, EL MAESTRO QUE PROMETIÓ EL MAR, de FRANCESC ESCRIBANO, FRANCISCO FERRÁNDIZ, SERGI BERNAL y QUERALT SOLÉ, publicada por Editorial Blume.

Del presente fallo se dará cuenta a los autores premiados. Y para que conste, firman la presente los miembros del jurado, en la ciudad y fecha indicadas en el encabezamiento.

PREMIO CELSIUS


En Gijón, reunido a día 5 de julio de 2014, el jurado del Premio Celsius que otorga anualmente la Semana Negra de Gijón a la mejor obra de ciencia ficción, terror o fantasía escrita en español, compuesto por los abajo firmantes Javier Negrete, Emilio Bueso y Jesús Palacios, ha decidido otorgar su galardón en esta XXVII edición de la Semana Negra, que se dará a conocer el día 11 de este mismo mes de julio, a la novela ANIMA MUNDI. HIJOS DEL CLAN ROJO, de ELIA BARCELÓ, por su hábil manejo de la fantasía, el misterio y la aventura, renovando arquetipos clásicos del género en una eficaz puesta al día de los mismos.

Finalizada la reunión, se levanta acta con la conformidad de los presentes.

PREMIO DASHIEL HAMMETT

Reunido en el restaurante Boccalino de Gijón la noche del 10 de julio de 2014, el jurado del premio Hammett de novela, conformado por Paco Camarasa, Milo Krmpotic, Marcelo Luján y Miguel Barrero, acuerda por unanimidad conceder el citado galardón a la novela LA ESTRATEGIA DEL PEQUINÉS, de ALEXIS RAVELO.

El jurado quiere destacar el alto nivel de las obras presentadas, así como de las novelas de género negro publicadas durante el pasado año, y quiere destacar especialmente la novela “Don de lenguas”, de Rosa Ribas y Sabine Hofmann.

PREMIO MEMORIAL SILVERIO CAÑADA


A las 13 horas del martes 8 de julio de 2014, reunido en el Hotel Don Manuel de Gijón el jurado del Memorial Silverio Cañada a la mejor primera novela negra correspondiente a la XXVII edición de la Semana Negra de Gijón, formado por Juan Bolea, Pablo Batalla y Carlos Salem, se procede a la elección del ganador del certamen.

Tras debatir sobre las tres obras finalistas y destacando la variedad de las propuestas en el amplio arco de la novela negra, acuerdan por unanimidad designar ganadora a NO LLORES, HOMBRE DURO, de MARIANO QUIRÓS.

PREMIO ESPARTACO


Hoy, 10 de julio, el jurado constituido por Juan Miguel Aguilera, Alfonso Mateo- Sagasta y Rafael González ha decidido por unanimidad y tras una larga deliberación conceder el premio Espartaco de novela histórica a SHAKESPEARE Y LA BALLENA BLANCA, de JON BILBAO.


PREMIO XXVI CONCURSO INTERNACIONAL DE RELATOS POLICIACOS


Reunido el jurado compuesto por Fernando López, Mercedes Rosende e Ignacio del Valle, acordó dar el premio a “DOS HOMBRES DE NEGOCIOS”, de FRANCISCO BESCÓS MENÉNDEZ DE LA GRANDA, siendo finalistas “Negra indigestión” de José Manuel Paradela Gil y “Blanco artificial” de Kike Ferrari.

PREMIO SN-BAN!


Entre los autores españoles que han participado en la XXVII Semana Negra, el escritor premiado recibirá una invitación para el festival Buenos Aires Negro (BAN) del año que viene -2015-, que se celebra en la capital argentina durante el mes de agosto y, del mismo modo, un autor argentino participante en la edición de este año del BAN será invitado a la próxima edición de la Semana Negra de Gijón.

La autora ganadora del segundo premio SN-BAN! ha sido DOLORES REDONDO.

Gijón, 11 de julio de 2014 

Comadres semaneras

(Texto y fotografías: Laura Muñoz)

Ruedas de prensa en la Semana Negra. Toca lucha. De la buena. Historia. Memoria. Mujeres. Justicia. Derechos.
Pasen y vean: las comadres.

Dominique Manotti

Visita la Semana Negra, por segunda vez y después de varios años, la historiadora y escritora francesa que he granjeado un importante éxito y consideración en la novela de género noir en Europa. De su estudio de la historia y su trabajo como docente en la universidad, impartiendo clases de historia económica) es la herramienta perfecta para la creación de sus personajes y ambientes de género polar y lo utiliza como método de pensamiento y trabajo; hace una crítica de las hipótesis de partida, imagina que sería de la vida y la muerte de los hombres bajo esas premisas, crea y perfila los personajes. Así, es capaz de construir la máquina que recoge todos esos elementos acumulados de&nbspconocimiento. Es así como enfoca el estudio de la historia, del mismo modo que Manotti crea sus novelas.

Empezó a escribir tarde y no por vocación y la novela negra entra en su vida casi por necesidad. Parte de la culpa se debe a la llegada de Mitterrand al poder, desarrollando el Frente Nacional. La militancia (fue activista política desde los años 50) de Dominique es lo que ha hecho que utilice la escritura como forma que mejor se ha adaptado para contar la experiencia de su generación.

A la Semana Negra trae su último título Bien connu des services du police, que se ha traducido al catalán bajo el título Un habitual de la comisaríay que edita Al Revés. Sus páginas están plagadas de frases cortas y crueles en su realidad. Manotti hace convivir la violencia, miseria e injusticia con la que el mundo, aunque se disfrace de gracia, se presenta ante el pueblo raso. Queda claro. Para la autora, la historia es la herramienta y la literatura el medio. La sociedad, la actualidad mundial y la economía son el escenario de esta función que tan bien transmite Manotti. Una seguridad que también queda latente mientras pronuncia lo que parece un mantra: "El crimen es parte de la vida cotidiana, antes y ahora. La diferencia es que en la actualidad todo el mundo lo ve".

Maruja Torres

Periodista por instinto. La nena del raval. Esta catalana ha cubierto como corresponsal las guerras de Israel, Panamá y Líbano. Fuerza. Empuje. Allí y cuando volvió. Columnista en varios de los diarios más prestigiosas o de este país. hasta que no le dejaron contar más. Hasta que los editores de periódicos pudieron más que la profundidad del agua, que no es capaz de cerrarle la boca. La dinámica Torres es simplemente bomba de racimo entre los lectores. Porque es verdad. Y coraje. Y apoyo al derecho y libertad de expresión que quieran hacer desaparecer. Por suerte, y después de muchos años formando parte de la plantilla de uno de ellos, lo deja para comenzar un nuevo proyecto periodístico, de opinión, en la controvertida revista Mongolia. Allí hay que saber&nbspreír; entender la broma de lo cruel porque es denuncia. Eso, Maruja, sabe hacerlo muy bien.

Es en Diez veces siete, su última novela, donde ajusta cuentas con su vida periodística y hace evolucionar a Mujer en guerra, primeras memorias que fueron publicadas en 1999. Torres quiere contar la vida del periodista, la suya, cuando las vacas no son tan gordas. Cuando están en los huesos y eso de alojarse en el Majestic es sustituido por un mínimo presupuesto para hacer tu reportaje. Quizás eso que a priori es un disgusto tras tantos años entregada a la información, pero ha hecho que la autora arranque esta segunda parte de sus memorias con la situación de su despido del diario El país, situando el primer corte frente a la puerta del edificio donde pasó tantas horas. Con el nudo estomacal porque el jefe te quiere ver y el ambiente está enrarecido hace tiempo y cuesta respirara. Porque ya le han apretado las ganas en el pecho antes y siente que es la definitiva.

Imperdible este diálogo directo con el lector, repleto de imágenes del recuerdo, citas y metáforas preciosas que colocan a uno al frente de la dicha y el desasosiego de la incertidumbre por momentos.

Mención especial igual que su amadrinamiento de honor de El tren de la libertad y su recién estrenado documental "Yo decido. El tren de la libertad". Recuerdo a las comadres. Las de ahora y las de ayer.

Y la perlita: Maruja Torres piensa madura la idea de volver a la novela negra inspirada por el besamanos en la investidura del nuevo rey de España.

Los disparos. Cuando el sol comienza a caer. Nuestros ojos. Compartidos.





























Asómense al agujero. Elijan. Crucen al otro lado. Piensen y crean en algo imposible antes de desayunar.

La única posibilidad de descubrir los límites de lo posible es aventurarse un poco más allá de ellos, hacia lo imposible
(Arthur C. Clarke)

Séptima cosa imposible en la que crees (antes de desayunar)

José Luis Correa: Al otro lado de la mesa en la que escribo hay alguien que sonríe, feliz, pacíficamente, mientras lee una novela de misterio.

Santiago Rocagliolo: Hoy voy a escribir un libro.

Pablo Sebastiá: Creo que el ser humano va a lograr desarrollar de tal manera la tecnología que, llegado el momento, formará parte activa de su propia evolución. El siguiente salto evolutivo lo provocaremos nosotros mismos desde un laboratorio. Y no hará falta que pasen miles de años. Sólo decenios. Y entonces viviremos para siempre.

Marcelo Luján: Suelo desayunar mal y tarde. Pero siempre creo en que ESO puede cambiar para mejor. ESO es el mundo que me rodea, un mundo que también es tu mundo.

Horacio Convertini: No creo en imposibles. Perseguir utopías está sobrevalorado. En todas las utopías, probablemente, palpita una desgracia o una estupidez. Prefiero creer en lo que veo, en lo que toco, en lo que puedo. La mejor medida es la de lo posible.

Carlos Zanón: Que aún me amas

Casimiro Torre González: Ultimas Noticias. Se prohíben, definitivamente, los paraísos fiscales en todo el mundo…

Paco Gómez Escribano: En la Santísima Trinidad del crimen español: Juan Madrid, Andreu Martín y Julián Ibáñez junto al ángel caído: Luis Gutiérrez Maluenda.

Gabriela Cabezón Cámara: Que voy a lograr ser ordenada, levantarme tempranísimo, ir al gimnasio, escribir varias horas y luego cumplir con la larga lista de obligaciones.

Valerio Bindi: Che ogni viaggio è un'allucinazione. Che ogni realtà è una visione. E
che una rete di visioni collega tutti noi che ce ne nutriamo e le
facciamo realtà.

José Carlos Somoza: Que llegue a ser Califa algún día y tener a Scherezade al lado.

Alberto López Aroca: En la inmortalidad. Farmer lo decía bien claro: “Sin inmortalidad, la vida no tendría sentido”.

Ana Colchero: Soy una incrédula

Paco Roca: Que ese va a ser el día en que haré mi mejor obra.

Elia Barceló: Que el bien siempre tiene su premio y el mal su castigo

Alexis Ravelo: Frailes de ocho brazos que manosean a bailarinas ciegas.

Víctor del Árbol: Que un día, al despertar, este país sea mejor de lo que es. Eso querría decir, claro, que yo también soy otro.

Jesús Cañadas: Creo que algún día aprenderé a no hacer el tonto en las entrevistas. Luego desayuno y me doy cuenta de que no va a ser posible.

David Llorente: Antes de desayunar sólo creo en seis cosas imposibles. Me pasa como a la reina de Lewis Carrol.

Miguel Ángel Molfino: Creer en mí, algo que suele parecerme imposible. No obstante, mis desayunos son armónicos.

Carlos Salem: Uno de los de Belascoarán de PIT II, y ser ayudante del detective y, si puedo, birlarle a la muchacha de la cola de caballo.

José Luis Muñoz: Que el mundo mejore, porque es un bucle y todo lo que pasa ya ha pasado. El que todo cambia para que nada cambie, como decía Giuseppe Tomasi di Lampedusa. Con ese convencimiento uno debería quedarse sentado a dejar pasar los acontecimientos, pero no, se es imbécil y se implica en ellos, imagino que con la idea ilusoria de que algo aportas. Pero es que todo es engaño, desde que naces hasta que te mueres, aunque algunos nos rebelemos por la insoportable levedad de nuestro ser, qué gran título y qué gran novela.

Javier Diez Carmona: En la inspiración. Antes de desayunar, me despierto envuelto en la niebla de mis sueños y confío en las musas y resto de ninfas invisibles. Después, un café bien cargado me recuerda que solo existen el trabajo y la perseverancia.

Nerea Riesco: Que la sociedad española al fin se ha concienciado de que descargarse ilegalmente libros por internet es robar y que, por tanto, es de muy mal gusto jactarse de ello en público (mucho más si el autor de la obra que se acaban de descargar está presente).

León Arsenal: En que todo puede mejorar, todo absolutamente. Es en ocasiones harto difícil, desde luego...

David Yagüe: Creer que las seis maravillas que pululan por mi cabeza sobrevivirán al café.

José G. Cordonié: Que sólo queda un día más para la Revolución.

Felicidad Martínez Herrero: Que como dijo Robert Heinlein en El número de la bestia: cualquier obra de ficción puede existir en uno de los infinitos universos paralelos, si esta tiene el suficiente número de lectores para que, con su imaginación, conviertan ese mundo en algo real.

José Ramón Gómez Cabeza: Desde hace un par de días en como contestar este cuestionario y salir indemne del intento.

Alicia Andrés: Creo que otros mundos son posibles dentro de este y que flotan en algún lugar más allá del aire. Nuestra imagen se multiplica en cada uno de ellos como en un espejo. Así que en estos momentos quizá otra Alicia esté contestando a estas mismas preguntas desde una cabaña en el bosque, mientras lee "Cien años de soledad" y escucha un disco de Duke Elligton, que suena a Cortázar. Con mi nombre es fácil creer en estas teorías.

Carolina Solé Terrado: Que será un buenísimo día para todo el mundo y que la lucidez, la inspiración y el genio del estilo aparecerán de repente mientras escribo para quedarse conmigo.

Juan Miguel Aguilera: Creo que soy inmortal. No es broma, lo creo. Espero no equivocarme...

Berna Gonzalez Harbour: Aún creo en las personas, no todas pero sí las suficientes.

Pedro Tejada Tello: Que esta crisis provocada se acabará pronto.

Carmen Moreno: No sabría decirte, pero hay una frase, y esta es la primera vez que lo cuento a nadie, con la que me levanto siempre en la cabeza: “Es que hay cosas que no entiendo”. Así que, supongo, que eso que considero imposible sea que voy a entender todo lo que pasa a mi alrededor.

José Ramón Alarcón: Que en un futuro indefinido reuniré material vital suficiente para escribir acerca de sobremesas azconianas.

William C. Gordon: Que los rusos compran mis libros y me pagan por ello.

Noemí Sabugal: Que ese día tendré horas y horas por delante para escribir. Lo intento, pero mi casera me da una ducha fría, me abre la puerta y me manda al curro de una patada en el c…

Milo Krmpotic: Todo va a mejorar.

Lorenzo Silva: Yo siempre he sido muy de los Reyes Magos, como buen republicano. Y existen y son benéficos, doy fe, al revés que los otros.

Mercedes Rosende: Creo en la paz, en la armonia, en la convivencia mundial, en el respeto por los diferentes, en la fraternidad, en el derecho de todos -pero todos- a una vida digna y productiva.

Esto es la Semana Negra ¡y sigue!

10.7.14

Policía(s): ¡Arriba las manos!

(Texto y fotografías: Laura Muñoz)


Convocados a rueda de prensa, como cada mañana, arrancamos el día 4 de la Semana Negra. Más autores que presentan sus novedades, mesas redondas en torno al género y debates, la noria, conciertos playero. La trastienda. Un sol tímido que aparece y se cuela pero pronto se va. El puerto deportivo que acompaña el paseo hacia los terrenos del antiguo astillero naval de Gijón. Radio, entrevistas. Fotos. Fotos. Fotos.
Mejor empezar por el principio porque el vértigo de tanta actividad ahoga. Un poco. 

Rusia 1933-Barcelona 2002

Víctor del Árbol se sienta ante los medios convocados. Entre los dos, un ejemplar de Un millón de gotas. El autor catalán es el mayor de seis hermanos. Dedicó muchas de sus horas de infancia y adolescencia a leer, cuando su madre lo dejaba en la biblioteca para ir a trabajar cada tarde. Víctor del Árbol es escritor de nacimiento. Lector de "profesión". Instruido en el sufrimiento humano que utiliza para desarrollar sus personajes y tramas, muy al límite de lo ínfimo de los sentimientos y sensaciones de una persona.

"Si hablo de la desesperación es porque la he vivido, si escribo de la pena es porque la he sentido, si hablo de la lealtad es porque la he visto".
Ser mosso d´esquadra durante veinte años le ha permitido estar cerca del lado más humano de las personas, transmitiéndolo de forma directa a sus personajes. Con poco filtro y mucha severidad.
Que Víctor del Árbol haya utilizado el tema de la mafia rusa en su última novela no es casualidad, ya que la suya no es una literatura intuitiva. No es ninguna novedad decir que gran parte de la burbuja inmobiliaria se ha alimentado de inversores extranjeros y, sobre todo, rusos. Esto ha ocurrido porque durante muchos años nadie se ha cuestionado de dónde salía el dinero, a nadie le interesaba saber cómo eran capaces de adquirir inmensas mansiones ni por qué empezaron a proliferar negocios regentados por rusos. Durante mucho tiempo, la legislación española ha vuelto la cara a algo que todos sabíamos que estaba pasando, pero gracias a esta  ampolla rota muchos de los casos de corrupción y blanqueo y trata han salido a la luz. La escalofriante cifra de ciento cuarenta es el número de menores desaparecidos en España el año pasado. Preguntarse qué ha pasado con ellos y dónde están representa casi una obligación para del Árbol. Y eso ha querido hacer. Optó por este argumento porque "me hace gracia el cinismo de la sociedad", dice irónicamente. En el momento que el flujo se corta, como ocurrió al romperse la herida que contenía el suero podrido de una sociedad más infecta todavía, la gente se pregunta de dónde sale el dinero. Esta corrupción tan torpe que se muestra a primera vista es descubierta una vez salta la liebre: tráfico de drogas o armas y la incomprensible prostitución infantil. Es como una enfermedad de las malas, degenerativa y terminal: uno nunca cree que le puede pasar porque "mientras ocurre fuera de casa, al otro lado de la frontera, no pasa nada". Pero estamos en España y sí, hay corrupción. Mucha. Muchísima. Se trata con cuerpos de mujeres y niños. Se compran y venden órganos. Hay organizaciones que vuelven el billete blanco.Quiere contarlo. Así, Víctor ha descuartizado las razones del ser humano para saber qué le hace llevar a cabo dichos actos que, por educación, sólo tildare de delictivos. A los ojos que no quieren ver. Y la escritura es su medio, el agua donde nada desde 2006.

Un millón de gotas es, en efecto, un texto ficcionado. Por eso asusta, pues "es más realidad que la propia realidad".
Por primera vez ha conocido, asegura el autor, sus límites. La novela es tremendamente desoladora y desesperanzada pero tiene un contrapeso: los sentimientos positivos que, por primera vez, ha sabido plasmar. Y quizás en esta rueda de prensa que ofrece el autor es el momento en que la incógnita del personaje maldito al que nos tiene acostumbrado  asoma: "Soy una persona que se siente cómodo en el dolor".


Round 2

Antes de escritor, Craig Russell trabajó como publicista y formó parte del cuerpo de policía de Hamburgo. ¡Otro! Arriba las manos. El autor, nacido en Escocia, se declara europeista y federalista. Atraído por Hamburgo, Canadá y Glasgow, elige sin dudar estos escenarios para colocar a sus ya conocidos comisarios Jan Fabel y Lennox. Traducido a veintitrés idiomas, este escocés obliga a matar a sus personajes en zonas que le fascinan.
Visita la Semana Negra con su última novedad: Miedo a las aguas oscuras, la sexta entrega de la saga policiaca que protagoniza Jan Fabel en Hamburgo. Situación: Río Elba y cadáveres que salen a la superficie de vez en cuando. Fabel, a priori, sospecha de un asesino en serie que viola a sus víctimas y se deshace de sus cuerpos en las oscuras aguas del río que nace en Bohemia, pero se ve inmerso en una trama mucho más complicada y que protagonizan seres inertes como internet y una secta, ambos manejadas por mentes enfermas y con ansias de poder. Línea ascendente de acción que Russell apenas intercala con momentos de descanso para el lector. Aparte del misterio y la casi desesperación en las investigaciones, Craig denuncia claramente la existencia de organizaciones sectarias que se presentan como la panacea universal y que sus adeptos siguen con extrema fidelidad. 
Si siente un picor que recorre la parte posterior de su cuerpo, tranquilo. Es el síndrome Russell.


Y los ojos. Con la tarde.
















Turno de preguntas. Masivos objetivos.  Alicia que ataca de nuevo.
“Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca”
Jorge Luis Borges
Vivir en un libro, ¿cuál?

José Luis Correa: En El conde de Montecristo.

Santiago Rocagliolo: Supongo que "Alicia en el país de las maravillas". No me aburriría nunca ahí.

Pablo Sebastiá: Veinte mil leguas de viaje submarino. 

Marcelo Luján: En Cien años de soledad, sin ninguna duda.

Horacio Convertini: Cualquiera en que el héroe conquiste a una rubia bonita, muela a palos al villano, descubra la verdad más ominosa y termine solo, bajo la lluvia, con la sensación de haber perdido de nuevo.

Carlos Zanón: Los tres Mosqueteros

Casimiro Torre González: El abuelo que saltó por la ventana y se largó.

Paco Gómez Escribano: Las enseñanzas de don Juan, de Carlos Castaneda.

Gabriela Cabezón Cámara: La Odisea, creo que haría una buena Palas Atenea.

Valerio Bindi: Io vorrei vivere nel trittico di Hieronymus Bosch Il Giardino delle
Delizie, che sta al Prado. Dici che non è un libro quello?

José Carlos Somoza: "Las mil y una noches", yo de Califa, con Scherezade a mi lado. 

Alberto López Aroca: En alguno que transcurra por lo menos hace quince años, por favor...

Ana Colchero: Alicia.

Paco Roca: La isla del tesoro, de Stevenson.

Elia Barceló: Jamás. Los libros que admiro no son lugares para vivir. Los que estarían más o menos bien para vivir no me gustan como obras literarias.

Alexis Ravelo: El maestro y Margarita. Estando en el bando de los demonios, claro está. Ellos se divierten mucho; los demás las pasan canutas. 

Víctor del Árbol: La Ilíada, defendiendo las murallas de Troya durante el día y bebiendo y amando durante las noches, codo a codo con Héctor. Nunca le vencería el arrogante Aquiles.

Jesús Cañadas: Esa está más clara que el agua: en el próximo que vaya a escribir.

David Llorente: Trenes detenidos en la lluvia.

Miguel Ángel Molfino: "La montaña mágica" de Thomas Mann.

Carlos Salem: Uno de los de Belascoarán de PIT II, y ser ayudante del detective y, si puedo, birlarle a la muchacha de la cola de caballo.

José Luis Muñoz: Teniendo en cuenta que todos los libros que me gustan son dramas, difícil me lo pones. Y en los míos vivo mientras los escribo, porque es la única manera de escribirlos. Quizá “El Satiricón” de Petronio, por su carácter orgiástico y porque no he escrito ninguna novela de romanos. Ser patricio y gozar de todos los placeres tiene su punto.

Javier Diez Carmona: En El Señor de los Anillos. Aunque no sea muy diferente a nuestro mundo (invasiones, guerras, ambición, la corrupción del poder...)  por lo menos hay elfos, enanos, orcos, magos... Todos tenemos nuestra pequeña dosis de frikismo ¿no?

Nerea Riesco: En Tempus. El que lo ha leído entenderá la razón. 

León Arsenal: No es un libro, sino un relato más breve. Días de ocio en el país del Yann, de lord Dunsany. Quienes lo han leído entenderán por qué.

David Yagüe: En El Hobbit. Tolkien sabía de buena vida: buena pitanza, hermosos paisajes y aventuras con la pandilla. Le falta amor y sexo, fundamental, sí, pero ya se sabe, nadie (ni nada) es perfecto.

José G. Cordonié: En Moby Dik como arponero de Nantucket.

Felicidad Martínez Herrero: ¿Solo uno? Preferiría la opción de ir saltando de uno a otro, la verdad.

José Ramón Gómez Cabeza: En los de novela negra, que son los que me gustan no, tendría que ir vigilando continuamente mi espalda, en Cien años de soledad tampoco, aunque es uno de mis preferidos temería por mi integridad, quizás en un libro juvenil, tipo princesa prometida o en la última moda de libros tipo sombras de grey y esas cosas.

Alicia Andrés: "Cien años de soledad". La historia de historias. No me cansaría de girar y girar en ese Macondo soleado y lleno de pájaros del comienzo e incluso en el paraíso devastado por el olvido del final del libro. Son tantos los matices que tiene la narración que necesitaría toda una vida para paladearla. 

Carolina Solé Terrado: En el de Alicia no, desde luego.

Juan Miguel Aguilera: En mi última novela "Sindbad en el País del Sueño". En particular, quedarme a vivir en la ciudad de los si'lat, tal y como hace mi personaje Radi.

Berna Gonzalez Harbour: Podría vivir eternamente en los diarios de Viktor Klemperer, pero sería un tanto masoquista por mi parte. Por vivir, dejadme vivir en una canción: Todo cambia, de Mercedes Sosa.

Pedro Tejada Tello: L'écume des jours de Boris Vian.

Carmen Moreno: Si es porque lo amo “Rayuela”. Si es por pasarlo bien “La isla del tesoro”.

José Ramón Alarcón: "Trilogía de Madrid", de Francisco Umbral.

William C. Gordon: En un libro donde haya  paz en el mundo por cien años, con justicia y falta de corupcción en todos los gobiernos.

Noemí Sabugal: Es una pregunta más difícil de lo que parece porque los libros que me gusta leer no son en los que me gustaría vivir. Busco en la literatura la turbación y en la vida las menores heridas posibles. Así que para vivir en un libro, mejor uno infantil: de cero a tres, por ejemplo.

Milo Krmpotic: 'Chicos prodigiosos' de Michael Chabon.

Lorenzo Silva: En el Quijote, al final, perdido todo, como soñó León Felipe en su poema: "Ponme a la grupa contigo,/ caballero del honor,/ ponme a la grupa contigo/ y llévame a ser contigo/ pastor".


Mercedes Rosende: En el que estoy leyendo y me atrapa, me abduce, me secuestra, en el texto que me hace creer todo lo que allí sucede: vivo en él el tiempo que dura la lectura.


Esto es Semana Negra ¡y sigue!

9.7.14

Ricciardi, Francis y Afterpop

(Texto y fotografía: Laura Muñoz)

Día 4. Gijón.


En rueda de prensa Maurizio de Giovanni. NA PO LI TA NO. Y decir napolitano ya expande las expectativas de leer y saber de la mafia. El autor que presenta sus obras en esta XXVII edición de Semana Negra ha conseguido un hueco muy importante entre los autores del género gracias a la serie de novelas que ambienta, a la perfección, en un Nápoles fascista de los años treinta. El invierno del comisario Ricciardi, La primavera del comisario Ricciardi, El verano del comisario Ricciardi y El otoño del comisario Ricciardi es su primera serie. No es necesario mencionar al protagonista de ésta que ha lanzado al italiano al cartel de la actualidad literaria, siendo traducido a varios idiomas. De Giovanni acaba de inaugurar una nueva serie que, en esta ocasión, está ambientada en la actualidad y que arranca con El método cocodrilo. En esta ocasión, Ricciardi es suplantado, como protagonista y tras haber vivido con el autor las cuatro estaciones, por el inspector Giuseppe Lojacono. Un personaje al que ha dotado de mucha más humanidad dentro de su lobreguez, característica que sin duda hará que los lectores sientan que un puño aprieta su corazón.


Cambio de botellas de agua, los medios expectantes y Carlos Zanón con su Yo fui Johnny Thunders que entra a la sala de prensa. Acompañado por Carlos Salem. Zanón es guionista, poeta, escribe artículos y críticas literarias. Formó parte de bandas de rock con las que llegó a grabar alguna que otra maqueta. Además, novelista. Muy bueno. Fuerte. Intenso en la verdad de una realidad que ficciona tan bien que el lector llega a creer vivir la vida de y con sus personajes, escuchado las mismas canciones e incluso haber despertado con ese sabor seco de la resaca.


Esta es fácil: Francis que vive en un barrio de Barcelona. Que escapa para perseguir un sueño atrapado entre riffs. Conseguido. Toca la quimera con al punta de los dedos, unos con restos de polvo blanco y miseria. Pero vuelve. Su barrio. Tiene que volver. Y Francis que tiene la estrella en el sitio equivocado y no. No consigue en empuje que necesita tras encontrar(se) al barrio envejecido y agónico. Con su padre que también está más viejo. Con su novia de la adolescencia. Una hermana que no lo es pero que siente como si fuera. Con los amigos. Sus amigos. Droga. Juerga. Ruido. Sueños. Todo viejo. Zanón no sólo cuenta y escribe, hace vivir. Un perdedor que sabe que lo es. Aunque también sabe que un día fue Johnny Thunders.



Las doce y media. Con la hora, Agustín Fernández Mallo. Un escritor hipster, se dice de él. Miembro del Afterpop, una corriente literaria generada por una trilogía de novelas del autor llamada Nocilla Project que fue inspirada en el título de una canción del grupo Siniestro Total. La Semana Negra trae su último trabajo: Limbo, una suerte de conexiones entre personajes aparentemente imposibles de ensamblar. Mallo establece la textura de un chicle a la distancia entre la vida y la muerte; la difumina. Casi hace que desaparezca. Un escritor español que relata el comienzo de una enigmática relación, los detalles que da una mujer respecto a su secuestro en México D.F., músicos en busca de su composición definitiva y la quimera del Sonido del Fin que busca una pareja.


Así que la turbación está asegurada. Saboreen el desenfoque de la realidad para superarla.

Irremediablemente la tarde. Sin remisión los ojos. Y esto se vio.



































¡Feliz no cumpleaños! ¿A mí? A tú.

Es Alicia que llega y vuelve. Foco intenso en pupilas y la cuarentena de autores que responden. Enjoy!

Nos preocupa lo que pensarán de nosotros una vez muertos y enterrados
(Ernesto Sábato)


Que un autor fallecido revise tu manuscrito, ¿quién?

José Luis Correa: Ana María Matute. Por la cercanía

Santiago Rocagliolo: Cuando escribo historias de humor, Cervantes: él inventó la novela cómica. Cuando escribo thrillers, Alfred Hitchcock. No escribía pero era el mejor.

Pablo Sebastiá: Tom Sharpe. Sin duda. La novela negra, si se ríe de sí misma, gana enteros. 

Marcelo Luján: Camus, Cortázar, Flannery O'Connor. Joyce y Rulfo, aunque dudo que estos dos últimos respondan mi email.

Horacio Convertini: Osvaldo Soriano.

Carlos Zanón: John Updike

Casimiro Torre González: Georges Simenon

Paco Gómez Escribano: Ufff, eso es difícil. Pero sí, sin duda, Chandler.

Gabriela Cabezón Cámara: Vonnegut, porque alguien que pudo escribir Matadero Cinco no puede más que ser de mucha ayuda.

Valerio Bindi: Pierre Menard, autore del Quixote. O il De Selby, filosofo autore di The Country Album e del Codex. E mi danno idee geniali per migliorarlo.

José Carlos Somoza: Pues no, no me gustaría que ningún autor revisara mis manuscritos, fallecido o no. Pero si me preguntaras si deseo que un autor fallecido me hubiese leído, pues entonces sí, claro. De hecho, todos.

Alberto López Aroca: Lovecraft, porque era corrector profesional. Y muy barato, por cierto.

Ana Colchero: Benito Pérez Galdós

Paco Roca: Kafka. Me parecería muy interesantes sus consejos. Sus historias siempre me han pareciso vivas y diferentes cada vez que las he leído.

Elia Barceló: Mientras tanto prefiero que sea un buen editor, un editor o editora de raza quien revise un manuscrito mío, no un colega, por grande que haya sido.

Alexis Ravelo: Augusto Monterroso.

Víctor del Árbol: Señor Machado, no sea severo conmigo, solo enséñeme eso que se me escapa y que tan bien conocía usted. Dígame cómo escribir el silencio.

Jesús Cañadas: Creo que Lovecraft se reiría un buen rato viendo cómo lo retrato en Los nombres muertos, aunque quizá me gustaría más saber la opinión de Sonia Greene, su esposa.

David Llorente: Javier Tomeo.

Miguel Ángel Molfino: Dejarìa mi manuscrito en manos de Juan Carlos Onetti o W.Faulkner.

Carlos Salem: Osvaldo Soriano, sin duda alguna. Le debo tanto que quisiera ver si me repite el "piropo"( el mejor de mi vida) que dedicó hace años Juan Sasturain, que lo conoció bien: "El gordo estaría encantado del hijo putativo que le salió".

José Luis Muñoz: Ni vivo ni muerto. Ahí hemos topado con mi intolerancia. Todavía no ha nacido nadie que me cambie una coma. Lo siento. Yo y sólo yo soy responsable de lo que escribo. Pero puestos a escoger algún cadáver literaria me decantaría por Malcom Lowry absolutamente pasado de mezcal.

Javier Diez Carmona: Pablo Neruda. No pega mucho con la novela negra, ¿verdad? Pero esa virtud suya de crear textos profundamente literarios con palabras sencillas sería de gran ayuda a la hora de limpiar manuscritos y borradores. 

Nerea Riesco: Antoine de Saint-Exupéry. Estoy segura de que nos hubiéramos caído melancólicamente bien. 

León Arsenal: Bueno, tal vez Flaubert. Me gusta esa obsesión suya por la palabra, la frase justa.

David Yagüe: Ahora que estoy trabajando en una novela histórica, se la pasaría a Robert Graves. Le diría piensa en Claudio y bendice a uno de mis personajes. Sin más, tampoco hay que abusar de un muerto.

José G. Cordonié: Sin duda Poe, y bajo los efectos del delirium tremens.

Felicidad Martínez Herrero: John Brosnan.

José Ramón Gómez Cabeza: Poe, pero como escribo en castellano me temo que no entendería nada

Alicia Andrés: Ana María Matute. Que una niña-maga, que vivió en el corazón de los bosques y nunca perdió el hilo de plata que la unía a la infancia, se perdiese en la selva de mis relatos sería la mejor prueba de su autenticidad. Si mis letras hubieran logrado emocionarla algo en mí se hubiera encendido para siempre. Hay una pureza que se va desgastando a lo largo de la vida y que los niños aún conservan intacta. Ella logró mantener esa llama junto a la hondura de su visión de lo humano.

Carolina Solé Terrado: Sin dudas: Harper Lee, que escribió una novela excepcional y luego dedicó su vida a ser una de las mejores editoras del mundo. 

Juan Miguel Aguilera: Jules Verne. Más que nada por tener una excusa para charlar un rato con él. Imaginé una conversación así en mi relato "Todo lo que un hombre puede imaginar".

Berna Gonzalez Harbour: Por lo que escribió elijo a Pedro Salinas, él me pidió sacar de mí mi mejor yo y eso es lo que intento. Pero creo que me quedo con los vivos, comprender requiere seguramente compartir.

Pedro Tejada Tello: William Irish, para que se riera un poco, que falta le haría (si es que no lo está haciendo en ultratumba).

Carmen Moreno: Fernando Quiñones. Aprendí mucho con él, es mi maestro y le echo mucho de menos. Estoy segura de que si siguiera aquí todo lo que hago pasaría por sus manos.

José Ramón Alarcón: Reinaldo Arenas

William C. Gordon: A Earle Stanley Gardener. El rey de la novela negra, abogado y escritor.

Noemí Sabugal: Ya es bastante difícil que lo revisen los autores vivos. Un escritor tiene infierno de sobra con corregir sus propios manuscritos para que encima le caiga el peso de reparar los de los demás –a no ser que sea editor, entonces ya le va la pesadilla en la tarea-. Pero ya que acaba de irse Gabriel García Márquez, él sería una de las mejores opciones. Era un escritor con un instinto fabulador poco común.

Milo Krmpotic: Depende del manuscrito. En el caso del último, 'El murmullo', Henry James. Por 'Otra vuelta de tuerca' y para que me diera consejos sobre el punto de vista.

Lorenzo SilvaKafka. Para saber si era el excelso ser humano que pinta Gustav Janouch (quiero creer que sí, y que haya existido alguien así ya es esperanzador).

Mercedes Rosende: Hola, señor john cheever. aceptaría usted leer este manuscrito? Vea, es que yo tengo muy presente la atmósfera de sus historias, su visión de la sociedad llena de humor e la ironía, esa cierta clemencia frente al fracaso de sus personajes. Léame este manuscrito, señor Cheever, aunque sea por la curiosidad de ver cuánto  se entrometen sus relatos en mis textos.

Esto es la Semana Negra ¡y sigue!