7.7.13

Desmontando el orgullo


(Texto y fotografías: Laura Muñoz Hermida)



DESMONTANDO EL ORGULLO
Si no tuviéramos orgullo no nos quejaríamos del de los demás.
(François De La Rochefoucauld)


Vicio SN.
Pecado.
Perdición. 
Solo será capital si es capaz de dar origen a otros. Su magnitud no importa... 
¿Eres tú, Orgullo?


Abdel Hafed Benotman 
Mientras haya piratas en el mar y nómadas en tierra no estaremos del todo a la mierda.

Abdel Hafed es el cuarto hijo de una familia de argelinos que emigró a Francia en los 50. Se define como un honorable ladrón de bancos, lo que él llama artesano. Entró en prisión por primera vez a los 16 años y su vida está siendo todo menos fácil.


Hafed es un indocumentado, por lo que podría ser detenido en cualquier momento: situación que no le impide trabajar para la industria del cine, así como cobrar sus derechos de autor por las novelas, obras de teatro y poemas que publica. Todo esto lo consigue a través de “la asociación” y la ayuda de amigos. Incluso es propietario de un restaurante en el centro de París. A priori, suena a locura y pura ficción. Pero no. Abdel nos explica que en París es posible aportar una declaración de honor para formalizar este tipo de asociaciones. Así lo hizo hace  años y hoy es el presidente de la misma. De él dijo Robin Cook, poco antes de fallecer, que era de lo mejor que había leído en los últimos tiempos. Incluso se interesó en la edición en el caso que no lo hiciera otro. Y es que Hafed escribe desde la experiencia a pesar de dejar muy claro que sus obras no son autobiográficas. Su escritura es muy personal y nunca pensó en que alguien lo llamara escritor, lo mío era atacar furgones blindados, dice. De hecho, la literatura me empobreció mucho. Asegura haber leído mucho durante sus internamientos, aunque no lo suficiente como para que le sirviera de modelo literario. Sí le ayudó el escribir cartas, ya que ponía mucho esfuerzo en afianzar esa relación epistolar e intentar que brotara el interés en los otros para que tengan ganas de contestar. 

Se negó, por principios, a participar en las actividades carcelarias hasta que, en 1992 , se anunció el proyecto de un taller de escritura erótica en la cárcel. Consideró que ese taller sí merecía su apoyo y participación, aunque solo fuera por las ganas, valentía y empuje que mostraba la docente al presentar algo así en un sitio como aquél. La propuesta, en sí y por el entorno, era extraña pero venía refrendada por el Ministerio de Educación así que las autoridades penitenciarias no pudieron prohibirla. Concluido el taller de cinco días, Hafed hizo entrega de su cuento “La muñeca del relato”, que fue publicado en una revista en la que tuvo gran éxito y repercusión. Esta “profesora”, impresionada, volvió a la cárcel para conseguir más textos, pero “su preso” había sido trasladado a la carcel central. Allí lo fue a buscar. Pero oh!, sorpresa: se había fugado. Rastreó los datos de su primera mujer pero ésta no sabía de su paradero aunque le ofreció un selfservice de las cosas que su ex marido solía escribir y que guardaba en un cajón. Se llevó varios cuentos que fueron publicados en una editorial pequeña e independiente. El contrato fue firmado por la ex mujer de Hafed y él no supo que “esas cosas suyas que guardaba en el cajón” habían visto la luz y eran pretendidas por la editorial Rivages, que consiguió reeditarla 4 años más tarde. 
Este autor que ya deben estar pintando como referente, no está traducido en nuestro país, pero tendrán posibilidad de una cata privada de uno de sus cuentos en la web oficial de Semana Negra. 
Cuatro largas estancias en la cárcel le han enseñado que “no estamos libres de ser inocentes, no estamos libres de un crimen pasional y no estamos libres de una revolución. Por lo tanto, no me voy a quedar sentado en esta situación”.

Indispensable dar las gracias al librero Raúl Mora por el descubrimiento. 


Petros Márkaris 
Llevo años escribiendo sobre la crisis, estoy cansado.

Ángel de la Calle nos presenta a Petros Márkaris como el autor que vino a Semana Negra por primera vez y pasó poco menos que desapercibido. Ahora vuelve, aparte como autor más que consagrado, como un gran luchador, orador y estudioso de la crisis.
Petros comienza dando las gracias a Paco Ignacio Taibo por esa primera vez, pero sobre todo por esa gran oportunidad que, en realidad, es un regalo para los oyentes/lectores.





Márkaris lanza sentencias como “es lamentable que, una crisis, sea capaz de deshacer todos los esfuerzos que llevamos haciendo. Desde Europa, se está yendo a “lo menos malo” para evitar lo peor”, y habla de la visión de las cifras como el error. 

Cuando comenzó y presentó su proyecto de trilogía sobre la crisis ante la prensa, una periodista le preguntó si tendría tiempo, si la crisis de la que pretendía hablar duraría y si le aportaría material como para tres volúmenes. “Sería usted inmensamente afortunada si esta crisis durara lo que duran 3 libros”, le dijo. Nada que añadir, desde luego.
El eje central del tercer volumen de Márkaris es lo que en Grecia se conoce como la generación politécnica: estudiantes de la dictadura militar enfrentados al sistema. Esa generación que luego pasó a la vida pública, tanto política, educativa y/o de sindicatos, y que durante 30 años cometió demasiados errores. Van a ser “los muertos” en esta ocasión, a los que los jóvenes que están en paro actualmente (alrededor del 55%) lanzan sus reproches. “Pan, educación y libertad” es el título de la novela y el que fuera lema de la generación.

Márkaris nos anima a leer algo de la historia de Alemania, para que nos quede claro que no han entendido nunca a Europa. Hoy siguen sin entenderlo: ahí radica el problema. Desde los años 90, si miramos la historia de Europa, las rupturas del equilibrio han venido una detrás de otra. Ha sido esa destrucción del equilibrio la que ha dado como resultado el neoliberalismo. 


Todo su estudio y el proceso de documentación necesaria para escribir esta trilogía le ha agotado, dice, y asegura poner punto final en cuanto acabe el epílogo en el que trabaja actualmente.


El reto



Tras la dosis doblada de humanidad y lucha, solo podemos sentir orgullo y pasar a la siguiente. Más intensa y primaria, si quieren. Vayamos a la entrega de "por mis huevos". Porque, según dicen, así se gestó el reto. Creadores uruguayos (Silvio Galizzi y Rodolfo Santullo) VS prensa española (Carmen Moreno y María Martín). Y la playa de San Lorenzo. Con bruma, toda. Y frío. Las reglas claras: alzará el premio (cerveza) quien soporte más tiempo sumergido, como quiera y pueda, el cuerpo. Salieron cuerpitos. Primero Moreno y detrás el trío restante. Veredicto... No quedó demasiado claro, razón a Javier Chiabrando que apoyó, hasta el final, la versión española por eso de "la madre patria" y porque algo debe pasar con los uruguayos. Juzguen ustedes mismos.






El sol salió en Gijón cuando ellos abandonaron las aguas. En fin, la vida.

Bañadas por el calor, comenzaron las presentaciones vespertinas. Ambas carpas abarrotadas y programa milimetrado. Va una muestra.


Bruno Nievas y su "Holocausto Mahattan"
Petros Márkaris firmando ejemplares


Laura Fernández presentando "La chica zombie" junto a Ángel de la Calle y Elia Barceló
Presentación de la editorial Aristas Martínez
(Laura Fernández, Colectivo Juan de Madre y los editores Sara Herculano y Cisco Bellabestia)
Javier Chiabrando y su novela "Caza Mayor". Presenta Marcelo Luján
Mongolia Show (Fernando Rapa, Eduardo Galán, Eduardo Bravo y Darío Adanti)

Y como lo prometido es deuda, la primera sangría de rehenes que se anunció ayer. Sus respuestas y sus vicios.

¡Desmontemos a l@s orgullos@s!

De tus publicaciones, confiesa cuál es tu ojito derecho y qué hizo para convertirse en él.

Fernando Marías: "Esta noche moriré". Sigo viéndome incapaz de mejorarla.

Marcelo Luján: Moravia. Porque ha sido muy elogiada por personas a las que admiro. 

Juan Carlos Chirinos: Si hablo de texto largo, El niño malo cuenta hasta cien y se retira, mi primera novela, porque me proporcionó la experiencia única de merodear por el espacio novelístico a mis anchas y con inocencia. Y si de textos cortos, un relato llamado Catrusia, de 1989, cuya escritura me reveló que sí podía.

Alfonso Mateo Sagasta: "Ladrones de tinta": ganó dos premios y aún sigue haciéndome ganar amigos. 

Horacio Convertini: El libro de cuentos "Los que están afuera". Porque con él rompí la virginidad editorial, porque tuvo muy buenas críticas, porque cada tanto aparece algún lector que me recuerda sus relatos como diciéndome: "¿cuándo vas a volver a escribir algo igual?".

Ernesto Mallo: "Crimen en el Barrio del Once", la escribí en el peor momento de mi vida y me deparó los mejores momentos de mi vida.

Rodolfo Santullo: En narrativa, mi novela "Cementerio Norte". La considero la más lograda. Y me encariñé mucho con los personajes, me costó dejarlos de escribir aunque habían terminado su andadura. En cuanto a novela gráfica, sería seguramente "Valizas", que la dibujó el argentino Marcos Vergara. Por razones similares al ejemplo anterior -me gustó mucho como salió el guión, los personajes- pero además creo que el trabajo que hizo Marcos fue increíble. Por ejemplo, el final busca emocionar. Pero cómo lo realizó Marcos, fue emocionante incluso para mí.

Lorenzo Silva: La flaqueza del bolchevique. Abrió muchas puertas que estaban cerradas a cal y canto.

Juan Miguel Aguilera: “Rihla”. Fue la segunda novela que publiqué en Francia, donde mi novela anterior, “La locura de Dios”, había obtenido muy buenas críticas. Sentí una especie de “miedo escénico” con “Rihla”, pero funcionó y creo que superó a la anterior.

Alberto González Ortiz: Por ahora, de mi Amargo Despertar. Es el primero y el único hoy por hoy. Además, con el paso de los meses me voy dando cuenta del valor que tiene...

Víctor del Árbol: Todavía no he escrito algo de lo que pueda sentirme realmente orgulloso, digamos que estoy en camino y que sé que aún no he llegado a escribir lo que llevo dentro. Teniendo eso en cuenta, me decanto por "Respirar por la Herida". Se acerca más a mi objetivo, tiene más matices, los personajes son más trabajados psicológicamente y la trama tiene diferentes niveles de lectura.

Carolina Solé: Solo he publicado Ojos de hielo, pero si hablamos de ojito derecho te puedo nombrar a uno de sus personajes, JB Silva, el sargento. 

Edwin Umaña Peña: He escrito tres novelas pero tan sólo he publicado una, "La conspiración de los farsantes". Así que hasta ahora esta novela es mi ojito derecho por ser la primera vez. Esa primera vez que nunca se olvida...

Félix Ángel Moreno: Un revólver en la maleta. Es mi primera novela y con ella creé al inspector Homero, personaje por el que siento un gran cariño.

Luis Artigue: Mi última novela Club la Sorbona es mi ojito derecho (soy tuerto). Tiene que ver con la pregunta quién soy y la forma de responderla. Tiene que ver con que actualmente toda persona que al hablar sobre sí mismo no se engaña merece todo mi respeto, y toda persona que sabe reírse de si mismo tiene mi admirada simpatía…. Yo crecí en un pueblecito repleto de burdeles que me parecía la sordidez total, y además me sentía inferior a los chicos de ciudad, pero esta novela me ha curado. Es una novela de humor negro que sucede en mi lugar de origen y eso me ha curado. Sí, si logras contar lo que eres y ese relato deja de ser tragedia o drama y se convierte en comedia estarás en disposición de superar toda crisis… Se trata de contar tu historia con alegría.

José Javier Abasolo: Supongo que si contesto eso de que todos los libros, como todos los hijos, son iguales para un padre, aunque cierto sonaría a topicazo, ¿no? Así que aunque efectivamente para mí todos son iguales, si hay que indicar uno sería LEJOS DE AQUEL INSTANTE, porque fue mi primera novela, con la que gané el Premio Prensa Canaria, lo que me permitió empezar a publicar y a que empezara a considerarme a mí mismo "escritor". Espero haber evolucionado y que las siguientes sean mejores, pero al ser la primera fue especial. 

Sergio Mira Jordán: Me gusta mi relato "Un trabajo bien hecho", seleccionado por Mariano Sánchez Soler para una antología de cuentos policíacos y "negros". Fue el fruto de un taller literario y costó darle la forma final, pero creo que algo bueno salió de ahí.

Emilio Bueso: Me repatea que mi segunda novela haya vendido tres veces menos que la que saqué el año pasado. En algunos aspectos diría que es mi mejor trabajo.

Laura Estévez: Por el momento, "Fuera de juego" es la primera novela que me han publicado, así que es el ojito derecho, el izquierdo y el orgullo. Mi intención y sueño es seguir escribiendo y publicando, y quizás cada una de mis futuras novelas sea la ilusión de su momento, pero supongo que a este "Fuera de juego" le quedará siempre un trozo de ojito derecho.

Eloy M. Cebrián: Sin duda es "Los fantasmas de Edimburgo". Es mi novela más ambiciosa. La más extensa. La que más me costó terminar. Es el libro en el que he puesto más de mi mismo, un hermano gemelo en versión de papel. Además, fue el primer libro que me hizo vivir la experiencia de ser finalista en un premio importante.

Rafael Marín: Yo quiero mucho a todos mis hijos.  Pero le tengo un cariño especial a Juglar y a Lona de Tinieblas, porque son libros escritos a tumba abierta y me llenaron de estupor y sorpresa mientras los escribía (y cuando los releo).

Carlos Quílez: Asalto a la virreina, mi primera novela. Gracias a ella conocí a Andreu Martín, cuya irrupción en mi vida, en cierta manera y en determinados aspectos, me la cambió. 

Ignacio del Valle: todas son el ojito derecho, incluso las fallidas, porque con lo que aprendía podía pasar a la siguiente. Aquí se trata de mejorar siempre.

Dolores Redondo Meira: No puede ser de otro modo: El guardián invisible ha colmado mis mejores expectativas y ha hecho realidad muchos sueños. Décima edición, veinte países, más de cien mil ejemplares vendidos en España, los derechos de cine... Se me ha notado ya el orgullo, o sigo?

Jon Arretxe: "7 Colores", porque recoge los momentos más especiales de mis viajes por el mundo, clasificados por sentimientos, además de 7 canciones en las que yo participo, una para cada color, y un montón de ilustraciones que reflejan perfectamente el mensaje de las narraciones.

Javier Negrete: Me cuesta elegir, pero seguramente Salamina. De mis novelas, es la que ha llegado a más lectores, lo cual me parece una razón suficiente.

Susana Hernández: Qué complicado. “La puta que leía a Jack Kerouac” es una novela que en su momento me vino muy bien publicar y le tengo un cariño especial, pero probablemente la más completa sea “Contra las cuerdas”.

Andreu Martín: Cabaret pompeya es mi novela preferida, la que me chupó más tiempo, la que me hizo sufrir más, la que me angustió y me creó inseguridades cuando creí que ya no me cabían las menores dudas. Era una montaña difícil, alta y escarpada y me enorgullece haberla subido.

Pedro Tejada Tello: Pues indudablemente la que voy a presentar en la SN. Una edición para estudiantes de Crímenes ejemplares de Max Aub. Le he dedicado mucho tiempo y me apasiona,  porque es divertida y muy moderna.

Sabine Hofman: Pues, bueno, es Don de lenguas, ya que es mi primera y hasta ahora única novela y tiene mucho más suspense que las publicaciones científicas que publiqué en otra vida. 

Rosa Ribas: La detective miope. Me hizo disfrutar como nunca escribiendo. Me hizo sentir también más libre.

Noemí Sabugal: Al acecho. Me dio tantos quebraderos de cabeza que es imposible no querer este libro.

Alexis Ravelo: Los días de mercurio. Probablemente, porque es mi novela más dura, la que más trabajo me dio, pese a ser la más breve y, sin embargo, es la más olvidada.

Ana Merino: Mi ojito derecho es el poemario infantil "Hagamos caso al tigre" (Anaya, 2010) con la ilustraciones de Max, un dibujante de cómics formidable.

Susana Vallejo: Mi último libro: "Calle Berlín, 109". Porque aúna lo mejor de todos los anteriores y tiene algo de novela negra, de drama, de comedia, de retrato costumbrista... Y no se deja poner etiquetas.

Gonzalo Garrido: Como solo tengo una de momento, Las flores de Baudelaire son mi ojito derecho... e izquierdo. 

Miguel Barrero: Mi última novela, La existencia de Dios (Trea, 2012). Fue la primera vez que tuve la impresión, al concluir la escritura, de que el resultado era casi exacto a aquello que pretendía cuando la empecé.

Javier Chiabrando: Todavía no cumplí cincuenta y ya estoy muerto, novela que me hace quedar bien y confunde bastante a todos sobre mi personalidad.

Carlos SalemProbablemente Cracovia sin ti. Tal vez porque es la única novela no-negra que he publicado y me hizo ganar un premio en un momento difícil. Pero lo que me hace sentir orgulloso de ella es que, cuando parecía que su ciclo había terminado, la gente la ha re descubierto en Twiiter, hasta tal punto que en estos días se reedita con la editorial Alupa y hay mucha expectación.

Javier CalvoNo me cuesta nada confesarlo. Mis dos últimas novelas, Corona de flores y El jardín colgante. No sé muy bien por qué, simplemente son los únicos libros con los que con el tiempo me he sentido del todo satisfecho (aunque esto puede cambiar, claro). Hoy en día los contemplo con orgullo y no hay nada en ellos que cambiaría.

Silvio Galizzi: Las andanzas de Vlad Tepes. El personaje, que es mi alter ego, me ha dado muchas satisfacciones.

Guillermo Saccomanno: La que estoy escribiendo ahora.



Infinitas gracias a todos los rehenes que, queriendo o sin querer, (me) pusieron el secuestro fácil.