5.7.14

Alicia, veintisiete años no son nada

(Texto y fotografías: Laura Muñoz)

Se siente. Se deja palpar. Cumple veintisiete añitos y sigue tan guerrera como siempre. Quizá más. Multidisciplinar, de colores en su negrura, pisando fuerte sobre los terrenos del antiguo astillero Naval Gijón. Estamos en la XXVII edición de Semana Negra. Todo cambio y novedad, caras nuevas, letras lejanas y de casa. Llenando carpas blancas a las que ya uno se ha acostumbrado. Ya lo dijimos.
Pero antes de la carpa. Antes del terreno sobre el astillero. Antes, claro, de la mítica terraza de Don Manuel: el tren negro.

(Alicia en el país de las maravillas)




Desayuno multitudinario en el Hotel Chamartín. Apenas una hora para que arranque el convoy. La tinta del primer número de A Quemarropa impregnada sobre el papel prensa y listo para su distribución. Páginas centrales y de bienvenida firmadas, en esta ocasión, por el autor William C. Gordon. Argentina, Bulgaria, Uruguay, Austria. Los vuelos con retraso no han impedido que se repitan los abrazos multilingües. Todos acreditados y más que preparados. 
Las vías del tren vacías que un chirrío llena. Seis y siete son los vagones que ocupa esta horda de autores y prensa. Y arrancó. Fuerte. Joven. Con experiencia. Efervescente.

(Recuerden: Alicia en el país de las maravillas)


Media mañana y el camino se acorta. Primera parada: Mongolia. La revista. Sus redactores. La ironía hecha texto e imagen. La bofetada entre bigotes y barba. Mongoles que repiten Semana. Portada en exclusiva para los viajeros. Quieren contar la realidad de un país y lo hacen. Se ocupan de desmantelar las más vagas sospechas y sí: la ficción se vuelve realidad. Welcome to the jungle!

Kilómetros.

Momento pañuelo, sombrero y guitarra. Una suerte de organización que podría ser clandestina si no fuera porque quisieron ser descubiertos. Un ataque a todos los pecados capitales que el año pasado y aquí, desmantelamos. Carlos Salem, Escandar Algeet y Diego Ojeda invitan a la velada poética que tendrá lugar el sábado día 5 a partir de la media noche. Aquí sí empieza el lío. Uno grande. Y dicen: trae tus poemas y lee. Lee. Escucha. Porque hay Jam, después del espectáculo. Un bolo sin más precedente que el propio. Una locura de versos en la Carpa del Encuentro que hará que creamos un poco más en las palabras. En la lucha por contar lo que uno quiere contar. Sólo eso. Desnudos, dice Salem, alambicados.



Más kilómetros.

Canal de Panamá y la actualidad de su construcción. Mar Australe, dirigida en España por Ignacio del Valle, acompaña a Juan David Morgan, el primer panameño que asiste al festival. 

GIJÓN.

Bienvenida entre las notas de la banda musical. Don Manuel. Maletas. Maletas. Maletas.

(No se olviden: Alicia en el país de las maravillas)

Y el ayuntamiento en la plaza que espera a los autores. Que recibe a la prensa y que augura una nueva edición siempre mejor que al anterior. Con menos pero que quiere dar más.
Paseo y, al fin, inauguración con el corte de la cinta negra de la XVII edición. 


Porque sí: esto es Semana Negra ¡y sigue!





Ah! Cierto. Los paréntesis. El recuerdo. Alicia que ha perseguido desde hace días a los autores invitados. El conejo blanco que se cuela en sus bandejas de entrada. Y que ahora ha ocupado, aunque sea mínimamente, un espacio en su lectura. El misterio de Alicia, Aquí:



CREER EN COSAS IMPOSIBLES ANTES DE DESAYUNAR

La fantasía es un término psicológico que alude a una situación imaginada. La ficción se refiere a la simulación de la realidad. Si hablamos de literatura, existe el género fantástico, la fantasía épica o heroica... Al final: ficción. 

Lewis Carroll imprimió en su obra “Alicia en el país de las maravillas” una de las frases que más incitan a la ficción, la fantasía e incluso, a creer en lo imposible en este pasaje:

"Alicia se rió: "No sirve de nada intentar", dijo, "no se puede creer en cosas imposibles."

"Me atrevería a afirmar que no has tenido mucha práctica", dijo la Reina. "Cuando yo tenía tu edad, siempre lo hacía durante media hora al día. En ocasiones llegué a creer hasta seis cosas imposibles antes del desayuno." 

Carroll basó su personaje principal en una niña real, con el mismo nombre, a la que solía observar e incluso fotografiar. Imprimió sus conocimientos, u obsesiones, de matemáticas en varios de los pasajes de la novela; el ajedrez es otro de los protagonistas, ya que Alicia gana en 11 jugadas: empezando por el conejo blanco y terminando con la reina. El sombrerero loco fue inspirado por los sombrereros de la época, que perdían al cabeza por la inhalación de mercurio y pegamento. La sonrisa del gato representa la separación de la realidad física de los conceptos matemáticos. Tal ha sido la repercusión de este hijo de Carroll que hasta hay personas que han desarrollado el síndrome Alicia en el país de las maravillas, percibiendo los objetos mucho más pequeños de lo que son y mucho más lejos de lo que están.

Semana Negra va, siempre, más allá. 

Así, una horda de autor@s invitad@s a esta XXVII edición de Semana Negra juegan la partida. Calculan. Pierden la cabeza. Cruzan el espejo. Una pregunta por día. Más de treinta autores hablando de las cosas imposibles en las que creen antes de desayunar.
Cuida los minutos, pues las horas ya cuidarán de sí mismas
Lord Chesterfield 


Controlar el tiempo. Atrasar o adelantar el reloj, ¿en que momento de tu carrera pulsarías “Stop”, "Rewind" y "FastForward”?


José Luis Correa: Yo regresaría a la emoción que sentí cuando acabé la primera novela. Se llamaba Me mataron tan mal y sigue siendo mi favorita.

Santiago Rocagliolo: Prefiero estar siempre en Play. Cada libro que escribo es el resultado de las anteriores y una preparación para el siguiente.

Pablo Sebastiá: Para mí todavía no ha llegado el momento ideal para pulsar "stop". No sé si llegará algún día ese instante, ese preciso momento, perfecto, en el que decir aquello tan manido de "que paren el tren, que me bajo aquí".  ¿Rewind? Es difícil, muy difícil, pulsar "rewind". ¿Fastforward? ¿Y para qué correr? El futuro está lleno de sorpresas y de momentos maravillosos por vivir, y dedicar tiempo a revivir el pasado o a correr hacia adelante no  parece muy inteligente. Creo que me quedaré con el simple "play" y dejaré que la vida me lleve. Todo a su tiempo. Sin prisas pero sin pausas.

Marcelo Luján: Hay que saber parar, saber rebobinar, y saber adelantar. Y hay que saber hacerlo en el momento preciso. ¡Qué difícil!

Horacio Convertini: “Stop”, en aquel llamado a casa, yo en El Salvador, solo en un hotel, y del otro lado la voz de Mariel: “Llegó un telegrama. Dice que ganaste...” “Rewind” para susurrarme: “No apures ese final. Trabajalo un poco más”. “FastForward” jamás. Al tiempo hay que dejarlo venir, como a las olas.

Carlos Zanón: ¿No vale REC y borrar todo?

Casimiro Torre González: Stop, ahora mismo. Estoy a punto de cumplir los sesenta y esto va muy rápido. Rewind, al año 2005. A partir de ahí, empecé a ser libre para hacer lo que me ha venido en gana. (Dentro de mis posibilidades claro está). Fastforward. Umm, muy pocas veces haría eso por razones obvias, si acaso adelantaría 24 horas cuando tuviera un día especialmente malo.

Paco Gómez Escribano: Stop: Nunca. Rewind: En cualquier momento si, y solo si, tuviera los mismos conocimientos que ahora. FastForward: Cuando veo que falta mucho para un acontecimiento importante.

Gabriela Cabezón Cámara: Yo vivo en modo FastForward todo lo que hago. Ahora estoy intentando el Stop para arrancar más lento. Rewind nunca.

Valerio Bindi: Spero il più tardi possibile di pigiare Stop. Nel frattempo alle volte mi chiedono un Rewind che faccio in FastForward. Non mi piace fermare l'orologio, era il Bianconiglio come me che in Alice diceva è tardi è tardi! e il Cappellaio Matto che ci parlava. Ecco più che fermarlo mi piacerebbe parlarci con il tempo. E aspetto sempre il momento in cui sull'orlo del buco nero che mangerà l'universo ancora una volta, ci affacceremo tutti sull'orizzonte degli eventi e vedremo lì, tutto insieme tutto il Tempo.

José Carlos Somoza: Nunca. La vida está hecha para vivirla de principio a fin, sin pasos atrás, sin saltos, sin paradas.

Alberto López Aroca: No sé. Pero el día que me muera pulsaré el “Stop”, no te quepa la menor duda.

Ana Colchero: El tiempo es incontrolable, como yo 

Paco Roca: Pulsaría Stop en el momento en que ya no hiciera mi trabajo con la misma ilusión que al principio.

Apretaría Rewind para rehacer alguno de mis libros que tienen partes que me chirrían.

Y le daría al botón de FastForward en alguno de los "bolos" en los que me veo metido últimamente.

Elia Barceló: Como soy un ser nostálgico, el Rewind lo tengo siempre conectado para seguir sintiendo el pasado, sobre todo para revivir los buenos ratos y sentir el alivio de que los malos hayan quedado atrás. El Stop podría usarlo casi en cualquier momento de felicidad. Hago mía la frase que mi abuela usaba en los brindis de las celebraciones familiares: “Siempre como ahora, y mejor cuando dios quiera.” La tercera opción, lo del Fast Forward no me apetece. Ya llegará lo que tenga que llegar. No tengo prisa en alcanzar el futuro; prefiero dejarme sorprender.

Alexis Ravelo: Pulsaría stop en 2013. Pulsaría rewind hacia 1999, cuando estaba a punto de publicar mi primer libro de relatos y todo era un camino hacia delante, por aquella inocencia y aquella confianza en que todo era más sencillo. Haría un fast forward desde 2011 hasta finales de 2012. Fue un año horrible en el que, aunque trabajaba mucho, pasé una racha muy mala, con pocas oportunidades de publicar o impartir talleres. Sin embargo, ahora que lo pienso, tampoco estuvo tan mal: aunque mi economía estaba más seca que los pies de Gandhi, pude dedicarme casi exclusivamente a escribir. 

Víctor del Árbol: Rebobinaría veinte años atrás, cuando escribía solo para mí pensando que mis historias solo debían interesarme a mí. Cogería toda aquella rabia plasmada en escritos secretos y la plasmaría en narraciones que me habrían traído mucho antes al presente. 

Jesús Cañadas: El botón de Stop lo sacaría con un destornillador y lo tiraría al mar. No me da la gana de parar nada, ni aunque esté a punto de pegarme una hostia contra un muro. Tampoco de rebobinar, aunque lo dejaría para regodearme en la tentación. Parafraseando a Matute, a veces lo he pasado muy mal y a veces muy bien, pero nunca me he aburrido. Lo mejor para controlar el tiempo es quitarse el reloj. Con el tiempo lo que hay que hacer es exprimirlo.

David Llorente: Stop: Después de escribir El bufón (mi segunda novela) me encontré vacío, sin nada que escribir. Pulsé el stop y me fui a vivir fuera de España. Literariamente funcionó muy bien.
Rewind: Daría para atrás para volver a vivir el instante de saber que has terminado una novela, y que te gusta lo que has escrito.
FastForward. Estuve ocho años sin poder escribir. Ese tiempo lo pasaría a toda hostia.

Miguel Ángel Molfino: Hoy es un gran momento personal pero no pulsaría "stop": lo que se avecina siempre es mejor.

Carlos Salem: Como escritor creo que el STOP es un botón que sobra. El REW me da miedo, porque me me acecharía la tentación de querer ser un autor de los llamados "serios", y acabaría aburriéndome a mi mismo. El FFW sólo lo usaría para ver si se cumple mi sueño de novelista, que es ver a un chino leyendo una novela mía en chino y descojonándose como un español o un francés o un italiano.

José Luis Muñoz: El stop lo pulsaría en el momento de poner la palabra fin a la última novela de mi vida. Pero primero tengo que saber que ésa es la última. Juan Madrid, amigo y colega, suele preguntarse cuántas novelas le quedan. El novelista vive de sus historias. Pero a la vez las historias viven de la vida. Yo creo que por eso seguimos viviendo la mayoría y somos reacios a la solución Hemingway. Rebobinaría una y otra vez cuando estuve escribiendo “La pérdida del Paraíso”, y eso que no era una novela negra sino histórica. Fue un momento de felicidad literaria absoluta. El FastForward en una presentación en Madrid de “Pubis de vello rojo” en la que permanecí un largo minuto, y qué largo se hizo el minuto para mí y los asistentes, sin arrancar a hablar a causa de esa timidez que me llevó a la escritura.

Javier Diez Carmona: Stop y Rewind son botones que no me interesan demasiado. FastForward ahora mismo.

Nerea Riesco: ¿Obsesionarme yo con el tiempo? Jamás… o quizás sí. Sí, ahora que lo pienso, puede que lleve tiempo dándole vueltas al asunto del tiempo y que de ahí haya surgido mi última novela que se llama precisamente Tempus (que ya se sabe que en latín las cosas suenan mucho más serias). ¿“Stop”, "Rewind" y "FastForward”? Para atrás no iría jamás, ni para coger carrerilla. Detenerme me resulta imposible y no tengo prisa por alcanzar el futuro; seguro que él termina por atraparme antes. Los viajes al pasado me los planteo como instrumento practico: documentación, y serían muy, muy, muy lejanos. 

León Arsenal: Creo que no lo haría en momento alguno. Las cosas están bien como han ido, aunque desde luego tentaciones tendría, pero al final uno es su propia historia y, si cambia esa historia, desaparece ese uno...

David Yagüe: Stop, nunca; Rewind, siempre, y FastForward en ocasiones. Pero para no caer en la tentación de la complacencia, de la búsqueda de una perfección imposible o de la curiosidad que mató al gato, dejemos correr el tiempo a su ritmo.

José G. Cordonié: Creo que el stop sólo lo pulsaría cuando termino una nueva novela. Es el momento de parar por un momento, dejarla a un lado. Entonces, llegaría el momento del Rewind, rebobinar sobre la obra, revisarla y revisitarla, para luego, finalmente, darle fuerte al FastForward, adelantar el tiempo y llevarla a la gente a través de la publicación.

Felicidad Martínez Herrero: Nunca. Prefiero vivir y disfrutar el presente, tanto para lo bueno como para lo malo; soñar con el futuro, aprender de errores pasados.

José Ramón Gómez Cabeza: La palabra clave es despúes, por tanto pulsaría esas teclas siempre después de un arrepentimiento, metedura de pata o pérdida de dinero, pero afortunadamente esa máquina del tiempo aún no existe y lo único que queda es reflexionar y aprender para volver a meter la pata.

Alicia Andrés: Pulsaría rewind y regresaría a mi época en la universidad. Recién llegada a Madrid para estudiar Periodismo, la ciudad era una fiesta a la que todos los cronopios estábamos invitados. Creo que en aquel momento no supe valorar la libertad sin lastres de los veinte años. Perdí mucho tiempo en laberintos sin salida y sería fantástico poder retomar ese hilo y volver a sentir aquella ligereza. Y sobre todo escribir, escribir, escribir.

Carolina Solé Terrado: Stop, solo al final. (¿Para qué pulsarlo antes con todo lo que queda por escribir, leer o vivir?) Un FastForward, cuando estoy tan metida en una historia que no me doy cuenta de que se me caen los párpados y necesito dormir. (En ese momento, esperar me da un coraje…) Y, como soy más de las de a lo hecho, pecho, un Rewind solo para ajustar algún tuit impulsivo que se me escapó al principio. 

Juan Miguel Aguilera: En el año 2001. Se hizo una película basada en un guión mío y disfruté de verdad de la experiencia. Pero nunca es tarde para repetirla.

Berna Gonzalez Harbour: Pulsaría stop cada mañana antes de que el mundo entero se pusiera en marcha. El rewind suele hacer daño. Y el fastforward, de momento, lo mantengo bien pulsado, no vaya a ser que la mecha se acerque demasiado.

Pedro Tejada Tello: No me gusta tanto anglicismo. Pero ni atrasar (que es arrepentirse), ni adelantar (que es perderse el presente).

Carmen Moreno: Creo que aún no ha llegado el momento de darle al “stop” y espero que nunca llegue. “Rewind”, quizá la primera vez que me publicaron, tenía 21 años y me hizo tanta ilusión que no puedo explicarlo. “FastForward”, hace unos cinco años, cuando estaba en crisis creativa por culpa de mis circunstancias personales. 

José Ramón Alarcón: En aquellos instantes o períodos de tiempo emparentandos con experiencias decisivas para su transcripción literaria.

William C. Gordon: La verdad es que siempre he estado en “FastForward” porque empecé a escribir cuando ya tenia 60 años. Eso no quiere decir que no tomo mi tiempo para escribir sino que no tengo tiempo para nada más que ir adenlante.

Noemí Sabugal: En una carrera siempre hay que ir hacia delante, nunca hacia atrás, y detenerse sólo el tiempo justo para tomar aliento. 

Milo KrmpoticMira que soy carrolliano, pero en este punto me puede la mentalidad zen. Todo lo que hay es el presente, y muta: el libro a punto de aparecer, aquel en el que estoy trabajando... El pasado es una narrativa; el futuro, una ficción.

Lorenzo SilvaA mí el tiempo me gusta como está. Cada momento tiene su ritmo y su sabor. Con que el caballo no me tire, me conformo.