(Texto y fotografía: Laura Muñoz)
Día 4. Gijón.
En rueda de prensa Maurizio de Giovanni. NA PO LI TA NO. Y decir napolitano ya expande las expectativas de leer y saber de la mafia. El autor que presenta sus obras en esta XXVII edición de Semana Negra ha conseguido un hueco muy importante entre los autores del género gracias a la serie de novelas que ambienta, a la perfección, en un Nápoles fascista de los años treinta. El invierno del comisario Ricciardi, La primavera del comisario Ricciardi, El verano del comisario Ricciardi y El otoño del comisario Ricciardi es su primera serie. No es necesario mencionar al protagonista de ésta que ha lanzado al italiano al cartel de la actualidad literaria, siendo traducido a varios idiomas.
De Giovanni acaba de inaugurar una nueva serie que, en esta ocasión, está ambientada en la actualidad y que arranca con El método cocodrilo. En esta ocasión, Ricciardi es suplantado, como protagonista y tras haber vivido con el autor las cuatro estaciones, por el inspector Giuseppe Lojacono. Un personaje al que ha dotado de mucha más humanidad dentro de su lobreguez, característica que sin duda hará que los lectores sientan que un puño aprieta su corazón.
Cambio de botellas de agua, los medios expectantes y Carlos Zanón con su Yo fui Johnny Thunders que entra a la sala de prensa. Acompañado por Carlos Salem. Zanón es guionista, poeta, escribe artículos y críticas literarias. Formó parte de bandas de rock con las que llegó a grabar alguna que otra maqueta. Además, novelista. Muy bueno. Fuerte. Intenso en la verdad de una realidad que ficciona tan bien que el lector llega a creer vivir la vida de y con sus personajes, escuchado las mismas canciones e incluso haber despertado con ese sabor seco de la resaca.
Esta es fácil: Francis que vive en un barrio de Barcelona. Que escapa para perseguir un sueño atrapado entre riffs. Conseguido. Toca la quimera con al punta de los dedos, unos con restos de polvo blanco y miseria. Pero vuelve. Su barrio. Tiene que volver. Y Francis que tiene la estrella en el sitio equivocado y no. No consigue en empuje que necesita tras encontrar(se) al barrio envejecido y agónico. Con su padre que también está más viejo. Con su novia de la adolescencia. Una hermana que no lo es pero que siente como si fuera. Con los amigos. Sus amigos. Droga. Juerga. Ruido. Sueños. Todo viejo. Zanón no sólo cuenta y escribe, hace vivir. Un perdedor que sabe que lo es. Aunque también sabe que un día fue Johnny Thunders.
Las doce y media. Con la hora, Agustín Fernández Mallo. Un escritor hipster, se dice de él. Miembro del Afterpop, una corriente literaria generada por una trilogía de novelas del autor llamada Nocilla Project que fue inspirada en el título de una canción del grupo Siniestro Total. La Semana Negra trae su último trabajo: Limbo, una suerte de conexiones entre personajes aparentemente imposibles de ensamblar. Mallo establece la textura de un chicle a la distancia entre la vida y la muerte; la difumina. Casi hace que desaparezca. Un escritor español que relata el comienzo de una enigmática relación, los detalles que da una mujer respecto a su secuestro en México D.F., músicos en busca de su composición definitiva y la quimera del Sonido del Fin que busca una pareja.
Así que la turbación está asegurada. Saboreen el desenfoque de la realidad para superarla.
Irremediablemente la tarde. Sin remisión los ojos. Y esto se vio.
¡Feliz no cumpleaños! ¿A mí? A tú.
Es Alicia que llega y vuelve. Foco intenso en pupilas y la cuarentena de autores que responden. Enjoy!
Nos preocupa lo que pensarán de nosotros una vez muertos y enterrados
(Ernesto Sábato)
Que un autor fallecido revise tu manuscrito, ¿quién?
José Luis Correa: Ana María Matute. Por la cercanía
Santiago Rocagliolo: Cuando escribo historias de humor, Cervantes: él inventó la novela cómica. Cuando escribo thrillers, Alfred Hitchcock. No escribía pero era el mejor.
Pablo Sebastiá: Tom Sharpe. Sin duda. La novela negra, si se ríe de sí misma, gana enteros.
Marcelo Luján: Camus, Cortázar, Flannery O'Connor. Joyce y Rulfo, aunque dudo que estos dos últimos respondan mi email.
Horacio Convertini: Osvaldo Soriano.
Carlos Zanón: John Updike
Casimiro Torre González: Georges Simenon
Paco Gómez Escribano: Ufff, eso es difícil. Pero sí, sin duda, Chandler.
Gabriela Cabezón Cámara: Vonnegut, porque alguien que pudo escribir Matadero Cinco no puede más que ser de mucha ayuda.
Valerio Bindi: Pierre Menard, autore del Quixote. O il De Selby, filosofo autore di The Country Album e del Codex. E mi danno idee geniali per migliorarlo.
José Carlos Somoza: Pues no, no me gustaría que ningún autor revisara mis manuscritos, fallecido o no. Pero si me preguntaras si deseo que un autor fallecido me hubiese leído, pues entonces sí, claro. De hecho, todos.
Alberto López Aroca: Lovecraft, porque era corrector profesional. Y muy barato, por cierto.
Ana Colchero: Benito Pérez Galdós
Paco Roca: Kafka. Me parecería muy interesantes sus consejos. Sus historias siempre me han pareciso vivas y diferentes cada vez que las he leído.
Elia Barceló: Mientras tanto prefiero que sea un buen editor, un editor o editora de raza quien revise un manuscrito mío, no un colega, por grande que haya sido.
Alexis Ravelo: Augusto Monterroso.
Víctor del Árbol: Señor Machado, no sea severo conmigo, solo enséñeme eso que se me escapa y que tan bien conocía usted. Dígame cómo escribir el silencio.
Jesús Cañadas: Creo que Lovecraft se reiría un buen rato viendo cómo lo retrato en Los nombres muertos, aunque quizá me gustaría más saber la opinión de Sonia Greene, su esposa.
David Llorente: Javier Tomeo.
Miguel Ángel Molfino: Dejarìa mi manuscrito en manos de Juan Carlos Onetti o W.Faulkner.
Carlos Salem: Osvaldo Soriano, sin duda alguna. Le debo tanto que quisiera ver si me repite el "piropo"( el mejor de mi vida) que dedicó hace años Juan Sasturain, que lo conoció bien: "El gordo estaría encantado del hijo putativo que le salió".
José Luis Muñoz: Ni vivo ni muerto. Ahí hemos topado con mi intolerancia. Todavía no ha nacido nadie que me cambie una coma. Lo siento. Yo y sólo yo soy responsable de lo que escribo. Pero puestos a escoger algún cadáver literaria me decantaría por Malcom Lowry absolutamente pasado de mezcal.
Javier Diez Carmona: Pablo Neruda. No pega mucho con la novela negra, ¿verdad? Pero esa virtud suya de crear textos profundamente literarios con palabras sencillas sería de gran ayuda a la hora de limpiar manuscritos y borradores.
Nerea Riesco: Antoine de Saint-Exupéry. Estoy segura de que nos hubiéramos caído melancólicamente bien.
León Arsenal: Bueno, tal vez Flaubert. Me gusta esa obsesión suya por la palabra, la frase justa.
David Yagüe: Ahora que estoy trabajando en una novela histórica, se la pasaría a Robert Graves. Le diría piensa en Claudio y bendice a uno de mis personajes. Sin más, tampoco hay que abusar de un muerto.
José G. Cordonié: Sin duda Poe, y bajo los efectos del delirium tremens.
Felicidad Martínez Herrero: John Brosnan.
José Ramón Gómez Cabeza: Poe, pero como escribo en castellano me temo que no entendería nada
Alicia Andrés: Ana María Matute. Que una niña-maga, que vivió en el corazón de los bosques y nunca perdió el hilo de plata que la unía a la infancia, se perdiese en la selva de mis relatos sería la mejor prueba de su autenticidad. Si mis letras hubieran logrado emocionarla algo en mí se hubiera encendido para siempre. Hay una pureza que se va desgastando a lo largo de la vida y que los niños aún conservan intacta. Ella logró mantener esa llama junto a la hondura de su visión de lo humano.
Carolina Solé Terrado: Sin dudas: Harper Lee, que escribió una novela excepcional y luego dedicó su vida a ser una de las mejores editoras del mundo.
Juan Miguel Aguilera: Jules Verne. Más que nada por tener una excusa para charlar un rato con él. Imaginé una conversación así en mi relato "Todo lo que un hombre puede imaginar".
Berna Gonzalez Harbour: Por lo que escribió elijo a Pedro Salinas, él me pidió sacar de mí mi mejor yo y eso es lo que intento. Pero creo que me quedo con los vivos, comprender requiere seguramente compartir.
Pedro Tejada Tello: William Irish, para que se riera un poco, que falta le haría (si es que no lo está haciendo en ultratumba).
Carmen Moreno: Fernando Quiñones. Aprendí mucho con él, es mi maestro y le echo mucho de menos. Estoy segura de que si siguiera aquí todo lo que hago pasaría por sus manos.
José Ramón Alarcón: Reinaldo Arenas
William C. Gordon: A Earle Stanley Gardener. El rey de la novela negra, abogado y escritor.
Noemí Sabugal: Ya es bastante difícil que lo revisen los autores vivos. Un escritor tiene infierno de sobra con corregir sus propios manuscritos para que encima le caiga el peso de reparar los de los demás –a no ser que sea editor, entonces ya le va la pesadilla en la tarea-. Pero ya que acaba de irse Gabriel García Márquez, él sería una de las mejores opciones. Era un escritor con un instinto fabulador poco común.
Milo Krmpotic: Depende del manuscrito. En el caso del último, 'El murmullo', Henry James. Por 'Otra vuelta de tuerca' y para que me diera consejos sobre el punto de vista.
Milo Krmpotic: Depende del manuscrito. En el caso del último, 'El murmullo', Henry James. Por 'Otra vuelta de tuerca' y para que me diera consejos sobre el punto de vista.
Lorenzo Silva: Kafka. Para saber si era el excelso ser humano que pinta Gustav Janouch (quiero creer que sí, y que haya existido alguien así ya es esperanzador).
Mercedes Rosende: Hola, señor john cheever. aceptaría usted leer este manuscrito? Vea, es que yo tengo muy presente la atmósfera de sus historias, su visión de la sociedad llena de humor e la ironía, esa cierta clemencia frente al fracaso de sus personajes. Léame este manuscrito, señor Cheever, aunque sea por la curiosidad de ver cuánto se entrometen sus relatos en mis textos.
Esto es la Semana Negra ¡y sigue!