15.7.10

Campamento negro: Teo Palacios

"Cuando empecé a trabajar en la Semana Negra, Paco Taibo me dijo: esto es como un campamento de verano para escritores. Vienen aquí y actúan a su aire". Son palabras de Javier, quien vino a recogerme a la estación cuando llegué a la bendita Gijón. Y lo de bendita lo digo por los 20º de diferencia con la Sevilla de la que había partido nueve horas antes.

A partir de ese momento no dejé de asombrarme, porque no me negaréis que la aseveración no es para dejarte fuera de juego.

Y es que en esto de la Semana Negra se rompen todas las ideas y moldes que uno tiene preconcebidos en cuanto a lo que debe ser un evento literario.

Para empezar, jamás había visto a un lector para en un stand a comprar libros mientras en la otra mano lleva un paquete de churros de los que va dando buena cuenta junto a su hijo, que le pide con insistencia que se apresure a llevarlo a la noria que se entrevé al final de la calle.

El gentío es otra historia, claro. Porque gente hay, y mucha, pero en ningún otro lugar encontrarás a tanto escritor por metro cuadrado. En una misma presentación he visto como público, y sin fijarme demasiado, a: Fernando Marías, León Arsenal, Lorenzo Silvas, Javier Negrete, Javier Márquez, Nerea Riesco. Ese es el "público" en las presentaciones.

Cómo será la cosa, que en mi primera noche tuve que desempolvar mi precario, y olvidado inglés, para cenar, ni más ni menos, que con Gisbert Haefs y Angus Donald. Nos dieron las dos de la mañana, que cantaría Sabina, otro que, por cierto, no desentonaría nada por aquí.

Por lo visto, el trasnoche es habitual. Son las tres de la mañana cuando escribo esto, pero no vengo de fiesta, no, sino de lo que se ha llamado "Andalucía Conection". Resulta que este año hay más andaluces que nunca en las calles de la ciudad. Cosas del destino, o quizá de la que se avecina? que desde el sur ya se ha conquistado la península alguna que otra ocasión.

Pero me voy por las ramas. Vengo de estar con ese grupo del que me honra formar parte aunque sea miembro tardío, y no de simplemente de tomar una copa, que también ha caído, sino de participar en una entrevista a siete bandas que alguna periodista loca, o visionaria, que a veces es lo mismo, ha querido realizar. No sé muy bien qué va a sacar, porque se lleva una grabación de casi dos horas.

Otro ejemplo de lo que se cuece por aquí fue el caso de la tertulia que cerraba el programa del miércoles. Llevaba por título "La Mentira", y al abrir la charla, Taibo explicaba que se había organizado, pero que, en realidad, nadie tenía una idea demasiado clara de lo que iba a tratar. Pero funcionó, y de forma tan curiosa, que se llegó a un nuevo entendimiento de lo que se quiere decir cuando aseguramos que alguien ?escribe como el culo?, ¡con razonamiento científico incluido!

Cuarenta y ocho horas han bastado para que empiece a hacerme una idea de lo que es todo esto de la Semana Negra. Y, señor Taibo, permítame que discrepe: la Semana Negra no es un campamento de verano? ¡esto es writerland!