(Texto: Carmen Moreno)
Me encontré con Ana González en la presentación de Semana Negra el 5 de julio. Unos días después quedamos en las instalaciones de Semana para charlar tranquilamente, sentadas a los pies de un noray.
-Son veintiséis años ya de Semana Negra.
En realidad son veinticinco años y veintiséis ediciones. La primera edición fue en 1988.
-¿Qué tiene Gijón y Semana Negra para que se hayan casado para siempre?
Creo que hay mucho parecido entre Gijón y Semana Negra y que era lógico que se llevaran tan bien. Gijón desde siempre, pero, sobre todo, desde la etapa democrática se caracteriza por ser una ciudad abierta, que ha hecho gala de una política cultural para todo el mundo. Ha entendido que la cultura no es para las elites, sino que todo el mundo tiene derecho a la cultura; y ha entendido que la cultura no tiene un único modelo, un único formato, sino que se debe hacer una oferta muy amplia. Semana Negra es una gran manifestación cultural pensada para el público más diverso posible, para que todo el mundo encuentre algo en la Semana Negra. Creo que es la clave de su éxito. Y no hay que olvidar la calidad. El cartel de la gente que se trae de novela negra, o de ciencia ficción; el esfuerzo que se está haciendo en esta edición de que haya gente de otras manifestaciones artísticas, los conciertos… Todo hace que haya oferta para gente muy diversa.
-Y con las manifestaciones artísticas también las reivindicaciones sociales, ¿no?
Gijón es una ciudad en la que siempre ha estado unida la cultura y la reivindicación social, la reivindicación laboral. La ciudad que conocemos de Gijón se ha creado desde la participación ciudadana, entendida muy ampliamente, demandando cultura, construyendo cultura, demandando derechos laborales, demandando derechos civiles. Lo que ha sabido hacer muy bien Semana Negra y se demuestra en esta edición es una característica única es recoger que Gijón es una ciudad viva donde la gente tiene preocupaciones.
-Esa integración le ha costado que le hayan acusado de ser el primer festival casi político-literario.
Entonces entramos en la concepción de lo que es literatura y es la eterna discusión de si la literatura sólo es estética y divertimento, o si la literatura es reflexión sobre el mundo, por lo tanto análisis, reivindicación y posicionamiento. Creo que la literatura es algo más que estética, es un elemento para la reflexión. Y cuando nos ofrecen una historia transciende al propio libro y hace que quienes a leamos, podamos pensar sobre las cosas que tienen que ver con nuestra vida, nuestro contexto, pero, a veces, nos lleva a reflexionar sobre otras vidas y otros contextos.
-Desde Semana Negra me decían que eres una de las políticas que más se ha comprometido con el festival tanto de palabras como de actos.
Creo que me aprecian, pero no es verdad. Semana Negra nace por casualidad, recuerdo que lo contaban el año pasado Taibo y Areges el año pasado: Paco Ignacio Taibo llega a Gijón, estaba encargado de organizar un congreso en Barcelona de novela policíaca en 1988, se lo cuenta a Silverio Cañada y a Juan Cueto, que deciden que aquello había que contárselo al alcalde y este dice que eso que le proponen es ideal para Gijón. Es decir, hay una apuesta política desde el principio. Es una apuesta que tiene que ver con un esfuerzo cultural que ha hecho la ciudad durante veinticinco años. Así que, no, no soy la política que más se ha implicado con Semana Negra. Me gustaría mucho ponerme esa medalla, pero no sería ni justa, ni cierta.
-Ya dentro del Ministerio de Igualdad, que es donde yo te conocí, tú tenías una política muy cultural dentro de las restricciones que podía tener aquel ministerio que no era cultura.
Bueno, yo soy la Consejera de Educación, Cultura y Deporte, pero no me gustaría que la gente pensara que soy la persona más culta del mundo. Obviamente, soy una persona que tiene una formación universitaria, soy profesora de instituto e, indistintamente del nivel cultural, lo que tengo claro es que la cultura es muy importante para las personas. Desde que estoy en la Consejería intento explicar una cosa: la educación debe llevarnos a la cultura y la cultura ha de llevarnos al aprendizaje. La cultura es lo que nos hace capaces y competentes para analizar el mundo para mejorar nuestra posición vital, social, personal y colectiva, incluso laboral. La cultura es un sedimento que necesitamos las personas para ejercer nuestro derecho de ciudadanía. La adquisición de la cultura debería comenzar en el sistema educativo y deberíamos poder generar en el sistema educativo el hambre por la cultura.
-De ciento veintiún autores, aproximadamente veinte son autoras. Me decía Mauricio Schwartz que no es que la Semana Negra discrimine, sino que Semana Negra es un reflejo de lo que está pasando editorialmente.
Cuando hablamos de la presencia de las mujeres siempre se dice lo mismo: es que no hay mujeres en los órganos de decisión, o que quieran estar en los órganos de decisión, no hay mujeres en la literatura, no hay mujeres en la pintura… Siempre es la misma cantinela. Es verdad que las mujeres tenemos mayores dificultades para llegar a posiciones de visibilidad en cualquier campo. En el mundo editorial pasa lo mismo y esa visibilidad, realmente, es el objetivo: llegar a la gente, que te lean, que compren tus libros, que te conozcan. Es verdad que las editoriales publican menos a las mujeres que a los hombres, pero no se puede identificar eso con que las mujeres no escriben y no tienen que contar historias. De hecho, la literatura, que empieza siendo oralidad, y que está ligada a la transmisión oral está muy ligada al ámbito femenino. Las narraciones eran las encargadas de los valores, de las costumbres, de las enseñanzas, de los aprendizajes. Siempre hemos contado historias y seguimos contando historias. Es verdad que tenemos dificultades para acceder al campo de la publicación, por eso yo creo que Semana Negra tiene esa descompensación entre autores masculinos y femeninos. Pero, también pienso que, cuando se creen estas cosas, hay que hacer un esfuerzo de búsqueda porque haber, las hay.
-Políticamente ya sé que la apoyas, pero a nivel personal, ¿eres lectora de novela negra?
Sí, soy lectora de novela negra. Obviamente, no conozco a todos los escritores, a todas las escritoras que están en esta edición, pero sí soy lectora de novela negra. Para mí tiene un efecto… (se ríe) no sé si confesarlo… Cuando estoy enfadada con el mundo leo novela negra y descargo mi energía con la maldad que puedo encontrar en la novela de este tipo. Tiene un valor catártico para mí. Desde niña soy lectora de novela negra. Leyendo a Agatha Christie, a Conan Doyle… Y hasta te diría de más niña cuando leía aquellas aventuras de Los Cinco.
-La literatura no nos va a sacar de esta crisis, pero ¿los libros pueden ayudarnos a salir de ella?
Creo que lo explicaba muy bien Brecht, cuando decía que en tiempos oscuros el acto de escribir cobraba especial relevancia porque en esos tiempos difíciles cuando más había que reflexionar para conocer la situación, para vencerla. Creo que las sociedades cultas están más preparadas para salir de esta crisis y no entrar en otra. La literatura forma parte de la cultura y nos permite analizar el momento que vivimos, el pasado y construir un futuro distinto.
-Tú eres una de esas “personas antiguas” que crees que la cultura, la literatura debe estar al servicio de todos y al acceso de todos no eres de las tendencias “modernas” de Wert.
Yo creo que el antiguo es Wert y yo soy moderna. La cultura, casi siempre, ha sido elitista, para unas pocas personas y amarrando bien las que consideraban sus fronteras para que otras personas tuvieran acceso a ella, limitándolo y protegiendo, como lo entendían ellos ese coto privado de la educación , la cultura, la participación, los derechos del ciudadano. Las administraciones debemos, no sólo reconocer esos derechos, sino garantizar su ejercicio. Por eso tengo tan claro que Wert es el antiguo y yo la moderna.
-¿Por qué siempre cuando hay un momento de crisis lo primero en caer es en cultura?
Es cierto que es lo primero y donde resulta más fácil, usando la metáfora actual, “meter la tijera”, aunque no sin dolor. Yo creo que hay una razón fundamental y lo digo desde la perspectiva de donde estoy trabajando ahora. La educación en Asturias es principalmente una educación pública que sale, claro está, del presupuesto público y es un servicio básico gestionado desde un servicio público. Por tanto, la posibilidad de bajar ese presupuesto es muy limitada. En cambio, la cultura, teniendo que tener un apoyo clarísimo institucional está abierta a la iniciativa privada. Lo que creemos que debe estar articulado como servicio público y asegurar el bienestar social, entendiendo este como algo muy ligado a los distintos tipos de dependencia, o falta de autonomía de las personas, lo articulamos a través del servicio público y, aquello que, siendo necesario que haya políticas en ese sector, como puede ser el de la cultura, no se articula a través de servicio público. Pero es que, además, creo que la cultura no debe ser articulada como servicio público. Debe haber políticas culturales de promoción de la cultura, de apoyo, pero creo que no puede estar articulado como servicio público, incluso por respetar la propia libertad del creador, los movimientos, tendencias y las cosas que nos quieren decir, que no siempre son agradables de oír (y no tienen porqué serlo) para los que estamos ostentando cargos en un momento dado. Es decir, la diferencia está entre los que es un servicio público básico y lo que no está articulado como tal.
-Los intelectuales siempre se quejan de no tener apoyos de los políticos, ¿es justa la queja en sentido contrario?
No. Creo que no debemos quejarnos. Creo que, efectivamente, la gente del arte sí debe pedirnos políticas culturales, pero no podemos hacer política pensando que los sectores, los colectivos a quienes van dirigidos nos aplaudan. Lo que debemos aclarar es qué cosas hay que articular desde los gobiernos o las administraciones, pero no hay que esperar el aplauso, ni que te feliciten por ello porque es nuestro trabajo. Lo que hay que tener claro es si pensamos que la cultura es un bien individual y colectivo; si pensamos que es bueno que la gente sea culta, tenga conocimientos, desarrolle su sensibilidad, sean, algunas personas, porque yo sí creo que la creación es elitista, tengan esa capacidad y puedan desarrollarla y el resto de la población seamos receptores de esas creaciones, indistintamente del formato que se utilice. No. No creo que debamos esperar que la intelectualidad nos apoye, ni debamos quejarnos amargamente por ello. Eso tampoco significa que debamos estar alejados de esas personas. Creo que hay que escucharlos, como hay que escuchar al alumnado, a las familias o a los ciudadanos.
-Para acabar, recomiéndame un autor de género negro.
Yo estoy leyendo de Petros Markaris, El accionista mayoritario. No había leído nada de este autor. Lo he leído porque venía a Semana Negra y, la verdad, es que me está gustando y, además, confirma una teoría que hace tiempo que se viene sosteniendo y es que la novela policíaca, en este momento, es una novela político-social.